¡Noticia bomba! by Evelyn Waugh

¡Noticia bomba! by Evelyn Waugh

autor:Evelyn Waugh [Evelyn Waugh]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Humor, Lang:es
publicado: 2013-08-02T12:16:18+00:00


Capítulo tercero

Kätchen fumaba en una tumbona de los soportales.

—Fantástico —dijo—. Fantástico. Dentro de pocos días habrán terminado las lluvias.

Había ido temprano a la peluquería y, en lugar de los húmedos y lacios mechones del día anterior, su dorada cabeza era ahora un penacho de rizos. Llevaba un vestido nuevo; calzaba sandalias rojas y se había pintado las uñas de los pies a juego con ellas.

—El vestido me lo entregaron ayer —dijo—. Lo cosió para mí una señora austríaca. Quería ponérmelo ayer noche, cuando fuimos a jugar a ping-pong, pero me pareció que te gustaría más cuando hubiese pasado también por la peluquería. ¿Te gusta?

—Muchísimo.

—Además tengo esto —dijo—. Es francés. —Y le mostró un neceser esmaltado—. Me lo vendió el peluquero. Es de París. Carmín, polvos, espejo, peine, cigarrillos. Es bonito, ¿verdad?

—Muy bonito.

—Y ahora Frau Dressler se ha enfadado otra vez conmigo, Porque todavía le debo mucho. Pero no me importa. No es asunto suyo que decida vender los especímenes de mi marido. Se los ofrecí a ella y dijo que no tenían ningún valor. No me importa, no me importa. Oh, William, no sabes lo feliz que soy. Mira el arco iris. ¿Sabes qué me gustaría hacer hoy? Me gustaría que nos fuéramos en coche a dar un paseo por las montañas. Podríamos llevarnos una botella de vino y, si se lo pides tú, Frau Dressler nos preparará una canasta de comida. No le digas que es para mí. Vayámonos lejos de esta ciudad, aunque sólo sea por un día…

Frau Dressler preparó comida; el doctor Benito selló un pase; Paleologue les ayudó a alquilar un coche. A mediodía William y Kätchen salieron en dirección a las montañas.

—Te amo, Kätchen. Mi queridísima Kätchen, te amo…

Y lo decía en serio. Estaba enamorado. Por primera vez en veintitrés años estaba empapado e hinchado y borracho de amor. En Boot Magna todo el mundo creía, y todo el mundo comentaba burlonamente de vez en cuando, que William y una vecina, Miss Caldicote, sentían cierta atracción mutua; no era así. William era tan poco dado a las bucólicas excursiones al pajar como a las oscuras y caras expediciones de su tío Theodore. Durante veintitrés años había sido célibe y puro de corazón; un hombre que pisaba en tierra firme. Pero ahora, por primera vez, se encontraba lejos de la costa, sumergido en aguas profundas, fuera del alcance de los vientos y las mareas, en unas simas en las que enormes árboles alzaban sus esponjosas flores y que estaban pobladas de monstruos sin piel ni plumas, alas ni pies, en plena penumbra submarina. En medio de una auténtica exuberancia.



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